Ante cualquier cosa que pasa, reaccionamos con diversas actitudes que muchas veces preceden al hecho porque preexisten en nosotros, por lo que es muy importante decidir qué actitud tendremos ante las cosas.
Puede que sea en base a nuestras memorias del pasado, cuando emitimos juicios de valor frente a lo que ocurre, y lo catalogamos como bueno, malo, correcto o incorrecto. Y es que tenemos prejuicios, nos quejamos, dudamos, criticamos… y actuamos a partir del miedo, la baja autoestima, la arrogancia, el egoísmo, la avaricia, la desconfianza, el tener razón, la falta de compromiso, etc.
O bien, podemos decidir que nuestras actitudes sean en base a la inspiración, como la humildad, que es tan importante. También mantenernos positivos y dispuestos a la colaboración, soltar los apegos, seguir la propia pasión, confiar, valorar nuestros talentos y los de los demás, el compromiso, el afán de servir, el soltar…
Vivir como si este fuese el último día
Una actitud que debería acompañarnos, es la certeza de la muerte. Puede parecernos hasta macabro, pero ¿sabías que en Bután, reconocido como el país más feliz de la Tierra, la gente tiene la instrucción de pensar en la muerte por lo menos cinco veces al día? De hecho, la idea de vivir como si este fuese el último día de nuestra vida, libera nuestras mentes de muchas preocupaciones inútiles. ¡Pruébalo!
El perdón
También es muy importante mencionar aquí el tema del perdón. Cuando decidimos perdonar, volvemos al presente, soltamos las memorias de juicio que tenemos hacia el otro. Tomamos conciencia de que lo que nos pueda haber enojado de él, fue debido a que sus memorias le dictaron ese comportamiento, lo cual, además, entró en resonancia con nuestras propias ideas acerca de cómo deben ser las cosas (es decir, con nuestras propias memorias). Por eso, nos liberamos al perdonar al otro. Y al liberarte, vives en el presente.
El perdón es como el aceite en una máquina; hace que las ruedas se muevan. El perdón es como la ley de gravedad; su poder es invisible, pero sus efectos son extraordinarios. Con el perdón, declaramos que las memorias no tienen poder sobre nosotros, al afirmar que no damos importancia a lo que aconteció en base a ellas. El perdón constituye el acto máximo de soltar. Así pues, cambia tu actitud ¡perdona!. Que es lo mismo que decir suelta el pasado, y libérate.